Hoy, al mirar a Allen recordemos que su construcción es la construcción invisible de los allenses, de nuestra cultura, de nuestras relaciones, de nuestros objetos. El ser humano siempre es el eje principal de toda planificación, debiéndose respetar el crecimiento máximo de sus potencialidades y el desarrollo de los espacios que requiera para ello, urbanos y rurales.
Esta mirada percibe a Allen como una unidad espacio-temporal que define el “cómo vivimos” y el “cómo queremos vivir”, diferenciando dos aspectos, uno interno y otro externo. En el primero se ubica el espacio propio, mientras que en el segundo, y en relación con el resto de las ciudades del Alto Valle, está el Allen que participa en la organización de la región y en la definición del sistema de ciudades valletanas.
El conocimiento interno de la ciudad, más allá de valorarse como un paisaje urbano y descriptivo, nos permite comprender qué función cumple cada elemento de la ciudad. Encontramos una composición física basada en la forma del tejido urbano, la arquitectura, su base geográfica, el estado de las construcciones, las señalizaciones urbanas, etc. También se ubica una estructura vital, referida a la población y sus características, actividades, hábitos y costumbres, situaciones socioeconómicas, laborales, educativas, existenciales, de expresión, fijando la forma de moverse, de caminar, de la circulación del transporte, de los roles del automóvil, la bicicleta, la moto. Además, se determina el uso del espacio, tanto público como privado, su cuidado o destrucción. De igual forma se construye la solidaridad del pueblo, la forma de comunicarse, su nivel de participación. Existe otra estructura que involucra la percepción de los sentidos humanos. Cada ciudad tiene sus propios colores, texturas, aromas, muchas veces agradables disparadores de gratos recuerdos en el transcurrir del tiempo, y otras no tanto. Al mismo tiempo, dentro de la ciudad encontramos signos urbanos, hitos, referencias, símbolos, nodos que permiten orientarnos y construir nuestra propia imagen mental del lugar en el que vivimos, con sus tradiciones, mitos, leyendas, ritos, otorgándole una significación única. Por último, existe una época y un área fundacional que incluyen las huellas fijadas a lo largo del tiempo, marcando los cambios y las permanencias, y conformando la estructura histórica de la ciudad. Con respecto a este tema, recordemos que el ejido municipal de Allen se origina en el Decreto Nacional Nº 8464/43, firmado por el Presidente Pedro Pablo Ramírez en el año 1.943, donde se fija una superficie total de 12.826Ha, destinando 387Ha al casco urbano. En la actualidad, y según Ordenanza Municipal Nº 107/91, dicho sector tiene una superficie de 583Ha. En el ejido hay 7.066 parcelas urbanas y 970 rurales, al año 2008.
Nuestro Código Urbano, vigente desde el 15 de abril de 1982 por Decreto Nº 385 del Poder Ejecutivo provincial, no cuenta con actualizaciones significativas, y regula la ciudad según las características históricas de hace 27 años, precisando vías primarias y secundarias de circulación que hacían a la movilidad de la población de entonces. Es este mismo código quien determina las diferentes zonas urbanas, especificando qué se puede construir, cuánto se puede construir, y cómo puede subdividirse la tierra. La Ordenanza Municipal 046/04 actualiza estas zonificaciones, pero sin proyección posible.
En una muy apretada síntesis descriptiva sobre la infraestructura de servicios de Allen, se observa que más del 60% del área urbana cuenta con redes de agua potable, energía eléctrica, gas natural, cloacas, y pavimento. Del resto, la gran mayoría tiene a disponibilidad cuatro servicios, faltando generalmente el de pavimento. Existen aproximadamente 40 manzanas que cuentan solamente con energía eléctrica, agua y gas. Un tema irresuelto es el del arbolado urbano. En el área rural, la casi totalidad del ejido cuenta con energía eléctrica, y todas las escuelas rurales con agua potable por red, incluyendo a sus áreas de influencia.
Plan, Programas, y Proyectos
Con una interesante participación de instituciones allenses, y representando la diversidad de intereses sectoriales de la población, en los últimos años se formalizaron varias propuestas para ordenar el crecimiento de la ciudad, tanto desde el Consejo Municipal de Planificación como desde la confección del PEA (Plan Estratégico Allen). Omitiendo desarrollar los ejes integradores que contemplan la planificación sociocultural, la legal-institucional, la económica-productiva, y la ambiental, me permito recordar las propuestas surgidas para el eje del desarrollo urbano de Allen. La búsqueda pretendida por un amplio sector de la comunidad allense se encaminó hacia una ciudad con disponibilidad permanente de viviendas, espacialmente integrada, equilibrada funcionalmente, con un crecimiento ordenado en su periferia, buena accesibilidad y un tránsito ordenado. Para lograr esa imagen, se priorizaron tres Programas: a) Desarrollo Urbano; b) Desarrollo Habitacional; c) Ordenamiento del Tránsito.
Es necesario recordar que en cuanto al crecimiento físico de la ciudad, existen algunas condicionantes básicas. En cuanto al crecimiento hacia el Norte, las bardas ofician de barrera natural, requiriéndose importantes inversiones en servicios y equipamiento, además del tema referido a la propiedad de la tierra. Sobresale la ventaja de ser tierras libres de contaminación ambiental y sin riesgo ante potenciales desastres de inundación por colapso de represas. Con respecto del crecimiento hacia el Sur, si bien es factible la incorporación de infraestructura de servicios y equipamiento urbano, la casi totalidad de las tierras responden al uso rural productivo, siendo la explotación frutícola la columna vertebral económica de la ciudad y la región. Con relación al crecimiento hacia el Este, la actual disponibilidad de tierras permite considerar a esta expansión como una de las más factibles, debiéndose resolver, además de la infraestructura de servicios y el equipamiento urbano necesario, la situación de las piletas de tratamiento de los líquidos cloacales de la ciudad, y la actual apropiación ilegal de tierras. En la expansión hacia el Oeste, además de la infraestructura de servicios y el equipamiento urbano que naturalmente deben suministrarse, el mayor escollo está dado por la propiedad privada de la tierra.
En el Programa de Desarrollo Urbano se enunciaron proyectos que definen políticas de fortalecimiento para las tierras productivas, la relocalización de la actividad ladrillera, la consolidación de la estructura histórica de la ciudad, las actualizaciones de los códigos urbano y de edificación, la definición de una política local de uso de tierras ya urbanizadas, el estudio de cartas de oferta ambiental para la expansión urbana de la ciudad, el funcionamiento del Consejo Municipal de Planificación, y una política de estado municipal que otorgue al área de planificación continuidad de equipos profesionales.
En cuanto al programa de Desarrollo Habitacional se estima un déficit de 1.100 viviendas, que respetando la actual distribución poblacional se deberían resolver en un 20% para el sector rural, y el restante 80% para el sector urbano. Este último requiere una superficie cercana a las 30 Ha. Los proyectos surgidos en este Programa responden al mejoramiento de actuales viviendas precarias, planes de viviendas rurales, consolidación de los asentamientos rurales optimizando sus servicios y equipamientos, interconectar dichos asentamientos entre sí y con el centro de la ciudad, fomentar planes oficiales de viviendas, loteos y viviendas de interés social, impulsar en distintos niveles económicos la realización de viviendas por esfuerzo propio, inversiones privadas para viviendas de alquiler o venta, efectuar capacitaciones en autoconstrucción, pago de tasas municipales a partir de productos de elaboración propia.
Por último, el programa de Ordenamiento del Tránsito distingue cuatro tipologías de circulación. Ellas son la peatonal, la determinada por el uso de la bicicleta, la del automóvil (incluyendo a las motos) y la de los camiones. Los proyectos propuestos a desarrollar contemplan una playa de carga, descarga, y estacionamiento para camiones, un anillo de circunvalación para el tránsito pesado, la incorporación del servicio de transporte público urbano y rural, calles con prioridad para la circulación peatonal, el trazado de ciclovías urbanas y rurales, optimización de la señalización vial, la reforma de la actual ordenanza de tránsito pesado cuyo objetivo sea resguardar la vida humana, el mejoramiento de los accesos, incrementar la educación vial, y la realización de la terminal de transportes interurbanos y de larga distancia con buena accesibilidad para los usuarios y para las empresas prestadoras del servicio, sin invadir ni entorpecer la circulación cotidiana de la ciudad.
Existen varias formas de planificar la ciudad en la que vivimos, éste es el resultado de una de ellas, la participativa. Es importante garantizar su continuidad a lo largo del tiempo, permitiendo el desarrollo armónico de las potencialidades allenses y la corrección de los errores naturales que surjan. De esta manera podremos disfrutar mucho más de nuestras vidas, dejando la misma oportunidad para los futuros habitantes de Allen.
Arq. Rubén Esteban Cabo
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