38 AÑOS DE ARQUITECTURA, y algo más...



GRACIAS POR COMPARTIR TANTOS MOMENTOS

Escribime a arqcabo@hotmail.com

Arq. Rubén Esteban Cabo



lunes, 14 de diciembre de 2009

Estas palabras están deslizándose por el espacio, nada más que para retribuir tu compañía a lo largo del año compartido.

Muchas veces fueron opiniones, otras lecturas silenciosas, y en diversas oportunidades fue tu pensamiento que llegó hasta el mío, aunque no siempre nuestras miradas tuvieron la posibilidad de entrecruzarse.

Nada nos pertenece hasta que lo agradecemos, por eso quiero darte las gracias por haberme recibido, y desearte éxito, que no es otra cosa que desearte una vida plena y feliz, con una esperanza de Paz y Amor para vos y tus seres queridos.



Levantaré mi copa anhelando un próximo encuentro.
Rubén Esteban Cabo / Diciembre 2009

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Visita a Buenos Aires

Entre los días 11 y 17 de octubre pasados, tuve la suerte de pasear unos días por la ciudad de Buenos Aires, lo que me permitió realizar varias actividades.

Además de emocionarme en el cine del Complejo "Tita Merello" donde pude apreciar el documental "Tierra sublevada" del Director Fernando Pino Solanas, en el "Centro Cultural Cine Teatro 25 de Mayo" con la obra de teatro de Eduardo Rovner “Illia. ¿Quién va a pagar todo ésto?”, y de encontrarme con familiares y amigos, concurrí a tres muestras específicas sobre arquitectura, queriendo compartir algunas de las sensaciones vividas.




La primera visita, acompañado por mi hijo Pablo, quien también es Arquitecto, fue al Centro Cultural Recoleta. Allí se desarrollaba la XII Bienal Internacional de Arquitectura. Esta visita la limité a recorrer la muestra de proyectos y obras de arquitectos de diversos lugares del mundo. Como en toda muestra, había propuestas muy interesantes, y otras no tanto.

A pesar del tiempo transcurrido, la sala que me hizo vibrar fue la
correspondiente al principal protagonista del renacimiento arquitectónico internacional del siglo XX. Me estoy refiriendo a Charles-Édouard Jeanneret, internacionalmente conocido por su famoso apodo: Le Corbusier.


En esta sala se exhibía documentación fotográfica de su obra realizada en la ciudad de La Plata en el año 1954, la casa del cirujano argentino Pedro Domingo Curutchet. Sin dudas que en mi aprendizaje profesional existe una gran influencia “lecorbusiana”, lo que posiblemente motivó estas vibraciones emocionales.







La segunda visita fue al Hipódromo de Palermo. Por supuesto, esta visita no fue motivada por mi nula pasión por “los burros”, sino porque allí se desarrollaba una nueva versión de Casa FOA. En la búsqueda por el equilibrio del diseño arquitectónico, la variedad de elementos expuestos permitían observar un interesante nivel de producción y decoración de múltiples espacios interiores, agregándose algunos espacios exteriores agradables y armónicos.














Por último, en las instalaciones de Costa Salguero, a escasos metros del Aeroparque Jorge Newbery y del Río de la Plata, recorrí una interesante cantidad de stands de la XVII “Feria Internacional de Materiales y Tecnologías para la Construcción” –FEMATEC– y donde me encontré con un apreciado compañero de lucha por resguardar los valores que hacen a la conservación del patrimonio cultural edificado, el Lic. Eduardo Leguizamon, editor de la prestigiosa revista Hábitat.
Si bien se observaba un rango expositivo menor a otros años, siempre es bueno obtener información y muestras de materiales no obtenibles fácilmente en el Alto Valle, y más allá de saber que en nuestra región no siempre es fácil acceder a los mismos.




Llegando a la finalización de este año 2009, quiero agradecer que me permitan compartir este viaje con ustedes, esta lectura, y los comentarios recibidos.

sábado, 3 de octubre de 2009

Allen diseña su futuro


Ante un escenario social cada vez más complejo, donde las situaciones de crisis se agudizan y la incertidumbre crece, se hace imprescindible un cambio de visión y de calidad en los procesos de gobernabilidad, exigidos por la actual dinámica económica, cultural y social.
Hoy es necesario profundizar los procesos participativos a pesar de las dificultades que implican, como son los conflictos de intereses, los problemas de representatividad, el déficit en la convocatoria a las jóvenes generaciones.
En el caso de Allen es importante la rehabilitación de un espacio de construcción colectiva donde puedan estar representados los diferentes sectores y organizaciones de la comunidad para retomar la discusión sobre cómo planificar la vida allense en todos sus aspectos.
Sujeta a los acontecimientos políticos, económicos y sociales del país, la ciudad de Allen, al igual que todas las ciudades argentinas, enfrenta el desafío de integrar sus recursos humanos, económicos y ambientales, con el objetivo fundamental de permitir el crecimiento de sus habitantes. Concretamente, para Allen es urgente lograr un consenso entre vecinos y gobierno que permita un desarrollo sustentable a lo largo del tiempo y como idea de vida democrática.
En oportunidad de interrelacionar nociones sobre poder, soberbia y planificación, quedaron explícitas tres tipologías de planificación: la normativa, la estratégica, y la prospectiva, respondiendo cada una de ellas a diferentes concepciones del poder. (Diario Río Negro, 11/08/09)

Planificación Estratégica
De acuerdo con definiciones del Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad (CENOC) la Planificación Estratégica se define como un método que permite planear acciones para resolver los problemas detectados y lograr los objetivos que se deseen en la organización social, siempre en forma conjunta con los actores sociales que conforman dicha comunidad. En esta búsqueda de pensar juntos el futuro, se considera a la ciudad como una totalidad y no como la suma de un cúmulo de personas, actividades y proyectos sueltos, teniendo en cuenta lo que ocurre dentro de la ciudad, lo que ocurre fuera de ella, y sus interrelaciones.
La participación y defensa de los intereses de cada sector frente a los otros, permite ver y pensar más allá de los problemas particulares. Además, este tipo de planificación es lo suficientemente flexible como para corregir su rumbo ante los cambios de condiciones de la ciudad o de la región que integra, en este caso la del Alto Valle. La idea que hace a la planificación estratégica define que, como resultado de los diferentes pensamientos y opiniones, las propuestas establezcan más de un único plan posible, fijando claramente que la responsabilidad del desarrollo de la ciudad es irrenunciablemrnte del estado municipal y del gobierno local de turno.
Allen comenzó este proceso en el ciclo 2002/04 construyendo un pre-diagnóstico participativo por medio de su Consejo de Planificación, avanzando con el PEA (Plan Estratégico Allen) durante el ciclo 2007/08 donde diversos sectores de la comunidad definieron lineamientos y proyectos estratégicos sociales, culturales, económicos, institucionales, urbanos, y ambientales, quedando a medio camino la etapa del desarrollo y la realización de dichos proyectos.

Plan regulador
Puede sintetizarse que un plan regulador es un conjunto de disposiciones para normalizar las actividades residenciales, comerciales, industriales, rurales, etc. del ejido municipal, organizar su red vial, preservar los recursos naturales, organizar la distribución de los centros educativos, de salud, de recreación, de los espacios públicos, del patrimonio arquitectónico. En síntesis, un Plan Regulador pretende potenciar ordenadamente las iniciativas de los habitantes y mejorar las condiciones para el desarrollo de sus actividades.
Generalmente el plan se plasma en Ordenanzas, Reglamentaciones, Códigos Urbano y de Edificación, y un conjunto de planos con zonificaciones, vías de circulación, etc.
Hoy Allen está delineado su Plan Regulador, lo que podría hacernos sentir feliz y creer que está diseñando un mejor futuro.
Lamentablemente no creo que sea tan así, dado que el plan regulador de una ciudad surge como consecuencia directa de su planificación, ya sea normativa o estratégica. Si bien un plan regulador contempla los aspectos urbanos de la ciudad, quedan a la deriva muchos otros (sociales, culturales, económicos, institucionales, y ambientales) y más grave aún es la situación cuando las normativas reguladoras, por ejemplo para el crecimiento urbano o las vías de circulación, la consolidación o ubicación de futuros asentamientos rurales, educativos, sanitarios, etc. no están respaldadas por una estrategia de crecimiento definida por la comunidad, por el estado municipal, o al menos por los gobernantes del momento, dado que un programa de actividades o acciones de gobierno dista mucho de ser una planificación.
Toda legislación toma vigencia a partir de dos acciones. La primera se produce cuando es aprobada por el cuerpo legislativo, en este caso del Concejo Deliberante de la ciudad, y cumplimenta el proceso definido en la Carta Orgánica Municipal. La segunda acción está dada por el momento en que la población se siente identificada con esa norma, cuando la siente propia y en consecuencia le da cumplimiento, de lo contrario solo es letra muerta. Por ello es fundamental que el Estado Municipal dé publicidad a sus actos para ser analizados y discutidos por la ciudadanía a pesar del natural temor que puedan sentir quienes cumplen temporalmente con la función de gobernar y ante los juicios de valor a los que serán sometidos por dichos actos.
Según mi opinión, y más allá de no compartir el criterio metodológico utilizado, hoy Allen diseña su futuro, aunque no sea el mejor de los diseños posible.

Arq. Rubén Esteban Cabo
arqcabo@hotmail.com

sábado, 8 de agosto de 2009

Poder, Soberbia, y Planificación

Creo que el poder y la soberbia se encuentran íntimamente ligados. También pienso que cada uno de nosotros buscamos crecer y desarrollarnos, pero que muchas veces no vislumbramos claramente el contexto en el que estamos, y menos cómo y por quién fue planificado. No obstante, la democracia permite expresarnos y buscar los cambios necesarios para satisfacer nuestras necesidades de vida.
Un buen ejemplo de esta manifestación social fue la última elección legislativa. A nivel nacional el oficialismo perdió su representatividad mayoritaria. En Río Negro el gobierno provincial perdió su hegemonía electoral, y en el caso de Allen, mi ciudad, el partido gobernante quedó relegado a un tercer lugar. En todos los casos se trató de representaciones partidarias diferentes, lo que amerita preguntarse qué elementos en común motivaron la confección de dicho mensaje. ¿Será la concepción que se detenta del poder y la sensación de soberbia motivada por la forma de gobernar y planificar el futuro? Personalmente creo que algo de todo eso tiene que ver.


Poder mundial y poder nacional


Existe un poder peligroso cuya mayor característica es la de destruir y reorganizar todo lo que toca al mismo tiempo. Sin dudas, me estoy refiriendo al poder financiero. Este poder crea “suburbios del mundo” sumando una a una a las megaciudades comerciales y conformando un hipermercado universal donde reacomoda la fuerza de trabajo dentro de este nuevo mercado laboral mundial, otorgando su preferencia al trabajo calificado, y transformándolo en la plusvalía del desarrollo de la inteligencia. En síntesis, los centros financieros atacan a los estados nacionales y los obligan a disolverse dentro de las megaciudades, intentando eliminar las fronteras y “unir” las naciones.
Pero desde una mirada crítica, se puede encontrar una multiplicación de fronteras y una pulverización de naciones, fragmentación de países, y quiebres en la unidad de los estados nacionales. Aunque parezca una contradicción, el proceso de globalización del modelo neoliberal provoca un mundo fragmentado y enfrentado, consolidando un centro político y económico que impone la ley de los mercados a las naciones y a los grupos de naciones. En definitiva, el poder de las naciones se ve subordinado a estos centros financieros que ejercen el poder mundial, imponiendo una disciplina financiera basada en sus programas económicos.
Compartiendo el pensamientos de quienes perciben la existencia de cinco monopolios básicos que apuntalan el poder adquirido, creo interesante referirlos para tenerlos presentes y ponerlos en cuestión. Uno de estos monopolios es el tecnológico, que permite generar supremacía sobre el resto de los territorios, priorizando la inversión en tecnología, fiscalizando la información respectiva, y procurando, además, una coacción social. Un segundo monopolio se basa en el control de los mercados financieros, generando la liberación y globalización de las actividades comerciales. Otro es el acceso monopolista a los recursos naturales amparado por los países centrales, siendo muy pocas las naciones que tienen verdadero acceso a sus propios recursos naturales para defenderlos y/o explotarlos. El cuarto monopolio se define como el de los medios de comunicación, hiperconcentrados, con sus complejos productivos y corporaciones de agencias mundiales que dominan el mercado comunicacional. Por último, se percibe el monopolio definido por el control de las armas de destrucción masiva, quien otorga el poder suficiente para anular el potencial impacto que surja de los “suburbios del mundo”.
Se pueden compartir o no las ideas precedentes, pero es casi indiscutible que este poder engendra una mayor pobreza, un mayor dominio, y un mayor nivel de desigualdad entre los seres humanos.
El poder nacional, representado por el Estado en sus diversos niveles, puede en su generalidad adoptar una teoría instrumentalista sirviendo directamente al poder económico y controlar a la clase trabajadora, o adoptar una teoría no instrumentalista convalidando la propiedad privada por sobre todas las cosas, y vigorizando la división de clases.



Poder y soberbia


En muchas ocasiones los diferentes roles que debemos asumir pueden llegar a confundirnos tan fuertemente como para inducirnos al menosprecio de los demás y a una desmedida valoración de sí mismo, inclusive estimulando una altivez, un apetito desordenado y vehemente que conlleva a sentirse “el preferido” por sobre todos los demás. Es entonces cuando nos encontramos inmersos en el mar de la soberbia. Tres siglos antes de la era cristiana, Aristóteles sentía que la soberbia era una forma de insolencia, y Santo Tomás de Aquino en el siglo XI predicaba que la soberbia era un apetito desordenado de la propia excelencia. La soberbia hace sentir al ser humano con un poder que le genera el sentimiento de concebirse centro del universo, incluso construir una cosmología propia y erigir su propio modelo de universo. Según las escrituras sagradas la soberbia no sólo es el mayor pecado, también es la raíz misma del pecado, engendrando así su mayor debilidad. En síntesis, no se trata del orgullo propio, sino del menosprecio que se siente por el otro, de no reconocer a los semejantes como tales, de no aceptar la diversidad de pensamientos.
Dentro de las diferentes concepciones del poder, una de ellas llega a considerar que el poder no es una cosa, ni que está en alguien o en algún lugar específico. Otra concepción define al poder como una relación social, por lo que es imprescindible polemizar y argumentar ideas en dicha relación, tanto horizontal como verticalmente. Sumándome a estos conceptos, creo imprescindible establecer claramente que quienes han sido electos gobernantes deben carecer de toda soberbia. De lo contrario, y a partir de esa gran debilidad, estarían gestando en la población una lucha contra ese poder hegemónico que los ignora como sujetos, buscando dar a luz una contra-hegemonía que los respete y dignifique como sujetos humanos.



Planificación de nuestras vidas


A partir de la búsqueda del respeto por nosotros mismos surge una nueva concepción sobre los diferentes aspectos que definen las acciones, que es decir tiempo y espacio, tanto públicos como privados, actuales y futuros, buscando respuestas por saber si en esta planificación de nuestras vidas, seremos protagonistas de la historia. Para ello se pueden observar tres paradigmas de planificación que responden, entre otras cosas, a distintas concepciones del poder: la planificación normativa, la estratégica, y la prospectiva.
La planificación normativa trabaja con un criterio de verdad único y objetivo, donde el profesional interviniente cree tener el poder otorgado por el saber. Ese saber que está dado por lo académico, generalmente desconoce el saber de las prácticas sociales. Se trabaja con datos como si fueran compartimentos estancos, donde a mayor distanciamiento del objeto tratado, la planificación se considera más legitima. Por otro lado, la planificación estratégica considera que existen varias verdades al mismo tiempo, pero que una de ellas impera sobre las otras. Ante esta amplitud de criterios acepta varios diagnósticos posibles. Existe una tensión lógica entre el conocimiento científico y la práctica social, con predominio del conocimiento académico. Hay un diálogo subordinado a lo político, con apertura social, y planificándose desde el poder con estos criterios. La planificación estratégica respeta la interdisciplina, sumando saberes, pero sin llegar al cruce entre los mismos, sin lograr lo transdisciplinario. Usa una gran variedad de herramientas y su concepción puede resumirse en la frase “pensar en el hoy para actuar en el mañana”. Por último, la planificación prospectiva cree que la verdad se construye en el tiempo y el espacio en el que se desarrolla el mismo sistema de relaciones. Considera que el saber científico en sí mismo no es garantía de éxito, que los saberes son múltiples y que están en todos los actores sociales. Articula el saber y la práctica, es facilitadora de procesos, con una tarea educativa y donde prevalece la participación. Su concepción puede resumirse en la frase “pensar en el mañana para actuar en el hoy”.
Por supuesto que todo es relativo y ninguno de los conceptos enunciados se desarrolla en forma exclusiva, pero estas reseñas ayudan a encontrar el camino a recorrer. Reiterando que toda acción define un tiempo y un espacio, además de una concepción de poder, el pueblo argentino presentó un mensaje muy claro para la mayoría de la ciudadanía. Creo que no lo es tanto en los planos dirigenciales, posiblemente por la soberbia que les invade al sentirse dueños de algo que no les pertenece: el poder de nuestras vidas.

Arq. Rubén Esteban Cabo

miércoles, 27 de mayo de 2009

Allen, ¿qué hacemos?

Hoy, al mirar a Allen recordemos que su construcción es la construcción invisible de los allenses, de nuestra cultura, de nuestras relaciones, de nuestros objetos. El ser humano siempre es el eje principal de toda planificación, debiéndose respetar el crecimiento máximo de sus potencialidades y el desarrollo de los espacios que requiera para ello, urbanos y rurales.
Esta mirada percibe a Allen como una unidad espacio-temporal que define el “cómo vivimos” y el “cómo queremos vivir”, diferenciando dos aspectos, uno interno y otro externo. En el primero se ubica el espacio propio, mientras que en el segundo, y en relación con el resto de las ciudades del Alto Valle, está el Allen que participa en la organización de la región y en la definición del sistema de ciudades valletanas.
El conocimiento interno de la ciudad, más allá de valorarse como un paisaje urbano y descriptivo, nos permite comprender qué función cumple cada elemento de la ciudad. Encontramos una composición física basada en la forma del tejido urbano, la arquitectura, su base geográfica, el estado de las construcciones, las señalizaciones urbanas, etc. También se ubica una estructura vital, referida a la población y sus características, actividades, hábitos y costumbres, situaciones socioeconómicas, laborales, educativas, existenciales, de expresión, fijando la forma de moverse, de caminar, de la circulación del transporte, de los roles del automóvil, la bicicleta, la moto. Además, se determina el uso del espacio, tanto público como privado, su cuidado o destrucción. De igual forma se construye la solidaridad del pueblo, la forma de comunicarse, su nivel de participación. Existe otra estructura que involucra la percepción de los sentidos humanos. Cada ciudad tiene sus propios colores, texturas, aromas, muchas veces agradables disparadores de gratos recuerdos en el transcurrir del tiempo, y otras no tanto. Al mismo tiempo, dentro de la ciudad encontramos signos urbanos, hitos, referencias, símbolos, nodos que permiten orientarnos y construir nuestra propia imagen mental del lugar en el que vivimos, con sus tradiciones, mitos, leyendas, ritos, otorgándole una significación única. Por último, existe una época y un área fundacional que incluyen las huellas fijadas a lo largo del tiempo, marcando los cambios y las permanencias, y conformando la estructura histórica de la ciudad. Con respecto a este tema, recordemos que el ejido municipal de Allen se origina en el Decreto Nacional Nº 8464/43, firmado por el Presidente Pedro Pablo Ramírez en el año 1.943, donde se fija una superficie total de 12.826Ha, destinando 387Ha al casco urbano. En la actualidad, y según Ordenanza Municipal Nº 107/91, dicho sector tiene una superficie de 583Ha. En el ejido hay 7.066 parcelas urbanas y 970 rurales, al año 2008.
Nuestro Código Urbano, vigente desde el 15 de abril de 1982 por Decreto Nº 385 del Poder Ejecutivo provincial, no cuenta con actualizaciones significativas, y regula la ciudad según las características históricas de hace 27 años, precisando vías primarias y secundarias de circulación que hacían a la movilidad de la población de entonces. Es este mismo código quien determina las diferentes zonas urbanas, especificando qué se puede construir, cuánto se puede construir, y cómo puede subdividirse la tierra. La Ordenanza Municipal 046/04 actualiza estas zonificaciones, pero sin proyección posible.
En una muy apretada síntesis descriptiva sobre la infraestructura de servicios de Allen, se observa que más del 60% del área urbana cuenta con redes de agua potable, energía eléctrica, gas natural, cloacas, y pavimento. Del resto, la gran mayoría tiene a disponibilidad cuatro servicios, faltando generalmente el de pavimento. Existen aproximadamente 40 manzanas que cuentan solamente con energía eléctrica, agua y gas. Un tema irresuelto es el del arbolado urbano. En el área rural, la casi totalidad del ejido cuenta con energía eléctrica, y todas las escuelas rurales con agua potable por red, incluyendo a sus áreas de influencia.

Plan, Programas, y Proyectos
Con una interesante participación de instituciones allenses, y representando la diversidad de intereses sectoriales de la población, en los últimos años se formalizaron varias propuestas para ordenar el crecimiento de la ciudad, tanto desde el Consejo Municipal de Planificación como desde la confección del PEA (Plan Estratégico Allen). Omitiendo desarrollar los ejes integradores que contemplan la planificación sociocultural, la legal-institucional, la económica-productiva, y la ambiental, me permito recordar las propuestas surgidas para el eje del desarrollo urbano de Allen. La búsqueda pretendida por un amplio sector de la comunidad allense se encaminó hacia una ciudad con disponibilidad permanente de viviendas, espacialmente integrada, equilibrada funcionalmente, con un crecimiento ordenado en su periferia, buena accesibilidad y un tránsito ordenado. Para lograr esa imagen, se priorizaron tres Programas: a) Desarrollo Urbano; b) Desarrollo Habitacional; c) Ordenamiento del Tránsito.
Es necesario recordar que en cuanto al crecimiento físico de la ciudad, existen algunas condicionantes básicas. En cuanto al crecimiento hacia el Norte, las bardas ofician de barrera natural, requiriéndose importantes inversiones en servicios y equipamiento, además del tema referido a la propiedad de la tierra. Sobresale la ventaja de ser tierras libres de contaminación ambiental y sin riesgo ante potenciales desastres de inundación por colapso de represas. Con respecto del crecimiento hacia el Sur, si bien es factible la incorporación de infraestructura de servicios y equipamiento urbano, la casi totalidad de las tierras responden al uso rural productivo, siendo la explotación frutícola la columna vertebral económica de la ciudad y la región. Con relación al crecimiento hacia el Este, la actual disponibilidad de tierras permite considerar a esta expansión como una de las más factibles, debiéndose resolver, además de la infraestructura de servicios y el equipamiento urbano necesario, la situación de las piletas de tratamiento de los líquidos cloacales de la ciudad, y la actual apropiación ilegal de tierras. En la expansión hacia el Oeste, además de la infraestructura de servicios y el equipamiento urbano que naturalmente deben suministrarse, el mayor escollo está dado por la propiedad privada de la tierra.
En el Programa de Desarrollo Urbano se enunciaron proyectos que definen políticas de fortalecimiento para las tierras productivas, la relocalización de la actividad ladrillera, la consolidación de la estructura histórica de la ciudad, las actualizaciones de los códigos urbano y de edificación, la definición de una política local de uso de tierras ya urbanizadas, el estudio de cartas de oferta ambiental para la expansión urbana de la ciudad, el funcionamiento del Consejo Municipal de Planificación, y una política de estado municipal que otorgue al área de planificación continuidad de equipos profesionales.
En cuanto al programa de Desarrollo Habitacional se estima un déficit de 1.100 viviendas, que respetando la actual distribución poblacional se deberían resolver en un 20% para el sector rural, y el restante 80% para el sector urbano. Este último requiere una superficie cercana a las 30 Ha. Los proyectos surgidos en este Programa responden al mejoramiento de actuales viviendas precarias, planes de viviendas rurales, consolidación de los asentamientos rurales optimizando sus servicios y equipamientos, interconectar dichos asentamientos entre sí y con el centro de la ciudad, fomentar planes oficiales de viviendas, loteos y viviendas de interés social, impulsar en distintos niveles económicos la realización de viviendas por esfuerzo propio, inversiones privadas para viviendas de alquiler o venta, efectuar capacitaciones en autoconstrucción, pago de tasas municipales a partir de productos de elaboración propia.
Por último, el programa de Ordenamiento del Tránsito distingue cuatro tipologías de circulación. Ellas son la peatonal, la determinada por el uso de la bicicleta, la del automóvil (incluyendo a las motos) y la de los camiones. Los proyectos propuestos a desarrollar contemplan una playa de carga, descarga, y estacionamiento para camiones, un anillo de circunvalación para el tránsito pesado, la incorporación del servicio de transporte público urbano y rural, calles con prioridad para la circulación peatonal, el trazado de ciclovías urbanas y rurales, optimización de la señalización vial, la reforma de la actual ordenanza de tránsito pesado cuyo objetivo sea resguardar la vida humana, el mejoramiento de los accesos, incrementar la educación vial, y la realización de la terminal de transportes interurbanos y de larga distancia con buena accesibilidad para los usuarios y para las empresas prestadoras del servicio, sin invadir ni entorpecer la circulación cotidiana de la ciudad.
Existen varias formas de planificar la ciudad en la que vivimos, éste es el resultado de una de ellas, la participativa. Es importante garantizar su continuidad a lo largo del tiempo, permitiendo el desarrollo armónico de las potencialidades allenses y la corrección de los errores naturales que surjan. De esta manera podremos disfrutar mucho más de nuestras vidas, dejando la misma oportunidad para los futuros habitantes de Allen.


Arq. Rubén Esteban Cabo

miércoles, 6 de mayo de 2009

Diseño urbano, anomia social y anemia estatal

Cada uno de nosotros, más allá de reconocer fácilmente los aspectos físicos de la ciudad en la que vivimos, deberíamos considerar que la estructura interna de todo espacio urbano está integrada por varias estructuras. Es así que junto a la estructura física coexisten la histórica, la sensorial, la simbólica, y la vital (la población). Si bien éste no es el momento de describir cada una de ellas, sí debemos tenerlas permanentemente presentes. El paisaje natural siempre es modificado por la intervención humana, y es el ser humano quien define los rasgos dinámicos de todo espacio, mucho más allá de lo físico. Por lo tanto cada uno de nosotros caracterizamos al espacio como individualista o comunitario, solidario o no, de exclusión o de contención social, comunicándonos con susurros o a los gritos, con música y canto, o con silencios, respetando las normas o transgrediéndolas, etc.
Es la construcción de estos espacios lo que permite a la UCR suspender de por vida a Julio Cobos y ante un cambio de escenario sociopolítico convenir “un proceso de reunificación partidaria”. De la misma forma, quienes figuran en el padrón electoral de Santa Cruz pretenden ser electos por Buenos Aires. Están quienes pretenden encabezar listas electivas a sabiendas de que jamás asumirán dichos cargos. También podría detallarse una larga lista de aportes estatales recibidos por gremios y obras sociales afines al gobierno de turno y que jamás fueron rendidos, desconociéndose el destino final de los mismos. De igual forma, y en la construcción de un espacio nacional, se puede pretender hacer creer que la inseguridad es una sensación más allá de los robos y muertes concretas que se producen, y mientras desaparecen del museo de la Casa Rosada el bastón y la banda presidencial del Dr. Arturo Frondizi en las mismísimas narices de quienes fueron elegidos para resguardar los intereses de la Nación. Se podrían enumerar temas relacionados con el deterioro en la educación, desde el nivel inicial hasta el universitario, o el crecimiento de la economía en negro, de la violencia aceptada que implican los cortes de rutas, de la venta de tierras del “Impenetrable” en el Chaco, etc.
Pero también, ante situaciones críticas provocadas por inundaciones, incendios, sequías, desaparición de personas, epidemias, etc., es necesario resaltar las actitudes solidarias de muchísimas personas, básicamente expresadas a partir de una mayor interacción social. Según el pensamiento de Emilio Durkheim, la solidaridad puede considerarse mecánica u orgánica. En la solidaridad mecánica la conciencia colectiva cubre a la individual, casi anulándola, normalmente expresada en el derecho penal, y especialmente en normas de carácter represivo que imponen disminución a la persona. Con respecto a la solidaridad orgánica, la misma surge ante la toma de conciencia por la fragilidad que impone la mutua dependencia originada como consecuencia de la división del trabajo y la necesidad de cooperación, normalmente expresada en el derecho civil y comercial, especialmente en normas de carácter reparadoras.
De acuerdo a conceptos de Ernesto Aldo Isuani, las normas jurídicas, que son producto de los gobiernos de la sociedad, pueden definirse como disposiciones para regular la conducta social, con una vigencia legal, y otra que se efectiviza a partir de que la norma se transforma en comportamiento social. Por otro lado existen las costumbres, que son el producto de una herencia social con respecto de valores como la libertad, la solidaridad, etc. La transgresión a las normas jurídicas, generalmente provocadas por la debilidad del Estado para cumplir su función fiscalizadora, y la enajenación por las costumbres, generalmente provocada por una raíz cultural que ilegitima lo legal, originan bajos niveles de interacción social.

Anomia social y anemia estatal
“Cuando la asociación que se produce en el contexto de la división del trabajo no se realiza en forma regulada, cuando existe desorganización, se genera el fenómeno de la anomia con efectos desintegradores sobre las relaciones sociales” (Isuani, 1996, 109). Es decir, el concepto de anomia se refiere fundamentalmente a la ausencia de reglas que medien la relación de diversas partes de una sociedad. El mercado sin ningún tipo de regulación estatal es una importante fuente de anomia, como también lo es la disrupción que producen las etapas de transición. Esencialmente, la anomia refleja problemas de integración social, incrementando el individualismo y una mayor falta de contención de la sociedad. Coherentemente con expresado, la anomia también puede clasificarse en mecánica y orgánica. La anomia mecánica se centra en la falta de aceptación de las normas, donde la transgresión no es percibida como tal, y por ende no es considerada transgresión. Por otro lado, la anomia orgánica se centra en la falta de solidaridad, la desorganización, la inconsistencia sobre las ventajas de la cooperación, y especialmente una percepción de las ventajas que implica la mutua dependencia. Esto implica una gran ausencia de solidaridad orgánica, un individualismo extremo, y básicamente problemas de integración social.
En muchos Estados municipales, provinciales, e inclusive en el Estado nacional, existió y existe una enorme debilidad para fiscalizar y sancionar según las normas vigentes. Esto justificó una actitud privatizadora y el abandono de las responsabilidades estatales. “El fiscalizado poseía más poder que el fiscalizador, base misma de la impunidad” (Isuani, 1996, 113), es decir que el “poder director” no está en condiciones de velar por la “moral común”, inclusive llegando a estar en discusión la noción de “moral común”. Estas situaciones generan un mayor estado anómico, donde los intereses particulares están por sobre los intereses generales, arrojando como consecuencia directa, que el respeto por la ley ya no sea un valor social. “La responsabilidad fundamental de esta situación descansa en la arbitrariedad con la que las clases dirigentes han creado y utilizado la ley para su propio provecho o no han vacilado en despreciarla abiertamente, esto es violarla, cuando ha sido un obstáculo a sus intereses, sin ningún pudor u ocultamiento, y resultando esta violación en falta de sanción o impunidad.” (Isuani, 1996, 119)
Lamentablemente, son muchos los hechos que se suman a los ya enumerados y pueden recordarse para ejemplificar estos conceptos, yendo desde la trivialidad de la Ferrari “presidencial” transgrediendo impunemente todo tipo de norma de tránsito hasta la venta clandestina de armas y las muertes como consecuencia de las explosiones en Río Tercero, desde la “banelquización” del Congreso Nacional hasta las muertes en diciembre del 2001, desde el enriquecimiento censurable de muchos funcionarios hasta las muertes provocadas por el dengue gracias a la falta de previsión. El listado es enorme, y reafirma el concepto de que “Una sociedad fragmentada no ha podido engendrar actores sociales capaces de trascender perspectivas sectoriales para dar vigencia a normas y políticas centradas en la noción de bienestar colectivo. El resultado es la presencia de un Estado sin energía para actuar en dirección de dicho bienestar.” (Isuani, 1996, 125)
Estoy convencido que al dinamizar la estructura interna de nuestra ciudad, tanto en sus aspectos físicos, históricos, simbólicos, sensoriales, y vitales, se puede pensar en el diseño de un urbanismo que enfrente tanto a la anomia social como a la anemia estatal. En este diseño urbano, el sistema educativo, más allá de los temporales reclamos salariales y cortes de rutas, es uno de los pilares fundamentales, incluyendo a los lugares y los “no lugares” antropológicos que se entrecruzan, otorgando un nuevo perfil y entramado sociocultural al espacio urbano que habitamos.

Arq. Rubén Esteban Cabo
arqcabo@hotmail.com

Pasa el tiempo, y en el espacio, recorremos la vida

El Rector de la Universidad de Buenos Aires y el Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, certificaron que el 4 de marzo de 1978 había finalizado mis estudios correspondientes al curso de Arquitectura, por lo que el 15 de diciembre de dicho año, me otorgaron el título de Arquitecto.
Desde ese momento y hasta el día de hoy son muchas las experiencias vividas. Como profesional, además de sobrevivir dentro del sistema socio económico imperante, pude trabajar coherentemente respetando mis principios sociales y filosóficos de respeto entre los seres humanos y para con la naturaleza. No fue, ni es simple mantener dicha coherencia, pero el esfuerzo siempre valió la pena, más allá de los logros obtenidos, a veces muy buenos, y otras no tanto.
Nada nos pertenece hasta que lo agradecemos, y por eso quiero expresar este sentimiento de gratitud a la vida, a mis padres, a mi esposa y mis hijos, a mi familia grande, y a mis amigos.
Como quien no quiere la cosa, estoy tratando de realizar una muy apretada síntesis de mis obras, las que poco a poco trataré de ir mostrando.
Por la posibilidad que me das de compartir estas ideas, un especial agradecimiento para vos.

Rubén Esteban Cabo

miércoles, 25 de marzo de 2009

Argentina democrática: ¿Para votar o para vivir?

Si bien las esferas dirigenciales y políticas ya hace un tiempo que vienen “acomodándose” con miras a las próximas elecciones de octubre, la mayoría de la población centra su mirada en otro tipo de necesidades.
Podría citarse el caso de los peronistas disidentes como Francisco de Narváez y Felipe Solá, y la relación especial con Mauricio Macri; o el entrecruzamiento que se produce entre López Murphy, Elisa Carrió, la Unión Cívica Radical, e incluyendo la articulación con el Socialismo; o la cena entre Daniel Scioli y Guillermo Vilas, donde el tema deportivo no debe haber figurado ni a los postres. Claro está que debe agregarse un sinfín de “adecuaciones” producidas desde la órbita oficial kirchnerista con quienes más se pueda, más allá de la filosofía partidaria de unos y otros. Mientras tanto la gran generalidad de la población necesita solucionar sus problemas de inseguridad, de cómo mantener su trabajo, de cómo absorber los aumentos otorgados a las empresas de transporte y poder seguir viajando, aunque sea mal, etc. Al mismo tiempo existe el desasosiego por el aumento en los servicios públicos, en los medicamentos, en cómo crece la cuenta del supermercado o del almacén, muy a pesar de los datos del INDEC. Más allá de los discursos, y agravando al tema, se suma la apatía de un gran sector de dirigentes nacionales con una escasa iniciativa por resolver estas necesidades, tanto a nivel político, como gremial, económico, social, empresarial, e inclusive eclesiástico. Generalmente el objetivo de este estrato dirigencial es mantener su ya logrado “status quo” personal.

Sociedad, Comunidad, y Democracia


Usualmente estamos acostumbrados a referirnos a la sociedad y no a la comunidad. ¿Cuál es la diferencia? Con respecto al tema, José Arocena en su libro “El Desarrollo Local: Un Desafío Contemporáneo”, expresa que “En su célebre tratado, Tönies (1977) sienta las bases de la oposición entre sociedad y comunidad. En las sociedades se expresan relaciones basadas en el egoísmo individual, en el cálculo, en el lucro, en el individuo desintegrado. En cambio, las comunidades son el resultado de procesos de integración. La comunidad es una estructura que existió antes de que la civilización del dinero y del lucro pervirtiera todo, antes de que el dominio de las máquinas deshumanizara la convivencia”. Esto puede llevarnos a creer que el concepto de comunidad es anticuado, prescripto, que encierra una relación social simplista. Pero no es tan así, y el mismo Arocena lo refleja al especificar que “La comunidad no es por lo tanto un hecho social que expresa una forma primitiva de relación. Es más bien un sistema de relaciones complejo que genera asociaciones entre individuos en función de determinados valores. Pero, como en todo proceso de socialización, se trata de la creación de vínculos –siempre asociados a relaciones de poder y, por consiguiente, a situaciones conflictivas–” Es decir, para vivir en comunidad se hace necesario establecer pautas, y es entonces donde el sistema democrático toma realce.
Para pensar en este régimen recurro al concepto que manifiesta que a la democracia hay que “…considerarla como un conjunto de reglas (primarias o fundamentales) que establece quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo qué procedimientos. Todo grupo social tiene necesidad de tomar decisiones obligatorias para todos los miembros del grupo con el objeto de mirar por la propia sobrevivencia, tanto en el interior como en el exterior. Pero incluso las decisiones grupales son tomadas por individuos (el grupo como tal no decide). Así pues, con el objeto de que una decisión tomada por individuos (uno, pocos, muchos, todos) pueda ser aceptada como una decisión colectiva, es necesario que sea tomada con base en reglas (no importa si son escritas o consuetudinarias) que establecen quiénes son los individuos autorizados a tomar las decisiones obligatorias para todos los miembros del grupo, y con qué procedimiento.” (Bobbio; 1.996; 14)
Existen distintos tipos de sistemas democráticos. Uno de ellos es el de la democracia directa, puntualizando que si se entiende a la democracia directa por la participación de todos los ciudadanos en todas las decisiones, esta propuesta es inviable para el conjunto de las naciones, careciendo de sentido su pretendida aplicación, ya que es materialmente imposible de concretar en la actual escala de la humanidad. Otro de los sistemas es el que corresponde a la democracia representativa. En este sistema las deliberaciones colectivas las hacen personas elegidas al efecto. Si bien una aplicación particular de este sistema es el del Estado Parlamentario (órgano central representativo) y que hoy está extendido a otras instancias como municipios, provincias, etc., dentro de la democracia representativa se define fundamentalmente al Estado Representativo, donde las deliberaciones políticas principales las hacen los representantes elegidos, sin importar si es en el parlamento o en otros organismos. Dentro de las contradicciones políticas de este sistema existen dos temas ineludibles de abordar. Uno se refiere a los poderes del representante, y el otro al contenido de su representación. Los axiomas referidos a estos dos temas deben buscarse en las respuestas que se obtengan de los interrogantes sobre qué “cosa” representa el representante, y “cómo” lo representa. A partir de la importancia, su complejidad teorizante, y su resolución pragmática, éste es un tema que merece un tratamiento exclusivo y un desarrollo aparte. Aunque no lo parezca, estos dos sistemas democráticos no son incompatibles, e inclusive pueden llegar a integrarse en las diversas estructuras urbanas que conforman a toda ciudad o pueblo, especialmente en su estructura vital, estructura referida especialmente a su población y que da forma a las costumbres, valores humanos, etc.

¿Democracia para votar o para vivir?



Si adoptamos la imagen de una pirámide invertida donde en su vértice inferior se ubica el poder político del Estado Representativo, y en su borde superior el de los sujetos representados, se puede afirmar que el flujo del poder burocrático se mueve de abajo hacia arriba, y que el poder político del sujeto como ciudadano se mueve de arriba hacia abajo. En este rol de ciudadano el ámbito de las relaciones políticas se expande hasta concebir la esfera de las relaciones sociales, constituyendo un espacio para ejercer el poder, y desde una democracia social. Por ello se puede pensar que vivimos en un proceso de democratización que va más allá de la discusión entre las democracias directa y representativa.
No se debe ignorar que el sistema imperante prioriza el concepto de sociedad por sobre el de comunidad. A pesar de ello, intentemos posar nuestra mirada en el proceso que permita transportarnos desde una democracia política hacia una democracia social. En ese proceso se podría observar que la democracia social implica la extensión del poder político de cada sujeto, y pasar de la democratización del Estado, es decir la democracia política, a la democracia cívica, es decir a la democratización de la sociedad.
La democracia política es necesaria para no caer en un régimen despótico, pero no es suficiente. Toda decisión política siempre está condicionada, incluso determinada, por lo que ocurre en la sociedad, siendo la sociedad misma, la que de una forma u otra, siempre se manifiesta. Mal podemos pensar en una democracia política ecuánime, justa, equitativa, imparcial e incorruptible, cuando existe una altísimo porcentaje de sujetos con necesidades básicas insatisfechas, o peor aún, sin posibilidades ciertas de aprehender conocimientos que le permitan ser libres, disentir, elegir libremente. Más allá de la emisión de un voto para elegir un representante, es fundamental construir una democracia cotidiana en cada espacio social del que formamos parte: la escuela, el trabajo, el barrio, la universidad, el gremio, el club, la familia, la ciudad, la mesa de café o la rueda de mate. Esta democracia de todos los días, además de permitirnos votar a nuestros representantes, debe permitirnos estar libremente en desacuerdo para lograr acuerdos democráticos.
En síntesis, “Solamente allí donde el disenso es libre de manifestarse, el consenso es real y que, solamente allí donde el consenso es real, el sistema puede llamarse justamente democrático.” (Bobbio; 1996; 48)

Arq. Rubén Esteban Cabo / Publicado en Diario Río Negro 25/03/09

sábado, 7 de febrero de 2009

Allen y su necesidad de viviendas

Al pretender opinar sobre distintos aspectos de la ciudad de Allen, creo necesario mencionar algunos conceptos propios del espacio urbano. Para ello es interesante recordar las funciones definidas en el manifiesto urbanístico redactado en el IV Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) celebrado en Atenas en 1933 y publicado recién en 1942 por Le Corbusier bajo el título “La Carta de Atenas – Principios del Urbanismo” donde expresa, y a modo de síntesis, que “las claves del urbanismo se contienen en las cuatro funciones siguientes: habitar, trabajar, recrearse (en las horas libres), circular.” (Le Corbusier; 1993; 119). Si se incorpora el criterio del movimiento denominado Nuevo Urbanismo, que si bien trata sobre realidades específicas de Estados Unidos, donde sus diseñadores están a favor de comunidades más pequeñas y densas que los suburbios tradicionales, se observa que establecen pautas generales como ser límites urbanos definidos y una adecuada multiplicidad de funciones que incorporan espacios recreativos, comerciales, institucionales y laborales, siempre en estrecha vinculación con una variada tipología de residencias. Plantean que estas viviendas deben ser accesibles a diversos grupos socioeconómicos, y destinadas de tal manera que se propicie la diversidad urbana. (Irazbal, Clara; 2001). Observando tanto el pensamiento de posguerra generado por Le Corbusier para la reconstrucción de las ciudades, como el del Nuevo Urbanismo de principios de este siglo XXI, se infiere que es imperioso de abordar la temática que hace a la vivienda.

¿Cuántas viviendas necesita Allen?
En el caso específico de la ciudad de Allen, el interior de la poligonal urbana cuenta con una densidad bruta estimada en 36 habitantes por hectárea, correspondiéndose con una densidad baja, donde la edificación es de una o dos plantas, y cuyo principal destino es la vivienda unifamiliar. En el año 2007, según la Empresa de Energía Río Negro Sociedad Anónima (EDERSA), existía una totalidad de 6.794 conexiones domiciliarias de energía eléctrica de uso Residencial. Cada medidor de energía abastece a una unidad de vivienda, y adoptando el promedio de 3,4 ocupantes por unidad habitacional, según los datos de los Censos Nacionales de 1.991 y 2.001, se infiere que 23.097 habitantes tenían resueltas sus necesidades habitacionales, como propietarios o inquilinos. La proyección del crecimiento poblacional estimado para el año 2.007 se valuó en 26.827 habitantes. Considerando la diferencia entre ambos datos, puede interpretarse que existían 3.730 pobladores con problemas de vivienda, y que a partir del valor promedio de ocupantes por unidad, arrojaría un déficit estimado en 1.100 viviendas.
Ante esta necesidad, se debería definir cuántas viviendas corresponden al sector rural y cuántas al área urbana. De acuerdo al último censo, los habitantes rurales del ejido allense representan el 20% de la población, mientras que el 80% restante se ubican dentro de la poligonal urbana. Respetándose la relación de cantidad de habitantes por vivienda, surge que en el área rural debería resolverse la construcción de 220 viviendas, mientras que en el área urbana el déficit a cubrir sería de 880 viviendas.
Por supuesto que este análisis está condicionado, en gran medida, por fuertes decisiones políticas, económicas y sociales. Por ejemplo, con respecto al área rural, debería definirse si el criterio es consolidar los habitantes en sus lugares de origen, o buscar un desplazamiento migratorio de esta población hacia el área urbana, si contempla el criterio de población rural dispersa, o el de asentamientos rurales en áreas ya existentes, o nuevas, etc. Con respecto a las viviendas urbanas, y al solo efecto de tener una mera aproximación de la superficie de tierras que se requieren, se recuerda que la subdivisión mínima del suelo, según la actual legislación, es de 300,00 m2 por parcela. A partir de esta normativa surge un requerimiento mínimo de aproximadamente 27Ha. para satisfacer la cantidad de viviendas necesarias dentro del ejido urbano, debiéndosele agregar los espacios comunes, circulaciones, etc., pudiendo sufrir variaciones según los criterios técnicos a adoptarse y las alternativas ofrecidas por el Código Urbano. Inmediatamente se plantea el interrogante por definir en qué sectores de la ciudad deberían emplazarse estos nuevos espacios. La respuesta implica desarrollar, en segunda instancia, todo un tema de amplísima complejidad.


¿Quién define qué hacer?
Por supuesto que ésta es una opinión profesional absolutamente personal, y abierta a toda discusión. Sin dudas, sería más que interesante saber cuál es el análisis desde las distintas esferas de gobierno, tanto en lo local, provincial, como nacional. Es en estos ámbitos donde se definen las políticas que determinan qué cantidad del déficit debería ser cubierto por planes oficiales para gremios, cooperativas, ONGs, etc., y qué cantidad de viviendas deberían ser de interés social para habitantes con sus necesidades básicas insatisfechas. Allí también se definen las políticas que fijan cuál es el potencial volumen a ser absorbido por la actividad privada, tanto desde el esfuerzo propio (la casa propia) como desde el negocio inmobiliario (viviendas de alquiler, construcciones para la compra-venta, etc.). En síntesis, para resolver esta situación deficitaria, es imprescindible proyectarse en el tiempo y en el territorio, y donde estas “Políticas de Estado” demarquen el porcentaje de construcciones a ser ejecutados desde la actividad privada, cuál asumido por el Estado, y cuál en forma mixta. Frente a estas definiciones, la participación de la sociedad en diferentes ámbitos de gobierno se hace imprescindible.
Al interpretar el pensamiento de Atilio Boron (“La sociedad civil después del diluvio neoliberal” / Capítulo III), puede afirmarse que las economías neoliberales generan, cada día, más pobres que nunca, y una mayor exclusión social. Para el neoliberalismo ésta es una señal altamente positiva, porque significa que el mercado se mueve sin interferencias, donde esta hegemonía promueve una sociedad fragmentada y heterogénea, con profundas desigualdades, impactando sobre el actual paradigma productivo. Las sociedades, distantes e irreconciliables, son articuladas hábilmente por la vía idolatrada e ilusoria de la televisión, y de muchos medios locales de comunicación, quienes poco a poco, se transforman en factores de poder social. Podría pensarse que nada tiene que ver este tema con el de las viviendas, pero no es tan así, más allá de no desarrollarlo en este momento.
Aunque se estime que el Estado no puede controlar al Mercado, los diferentes tipos de leyes emanadas desde el Estado, en definitiva, son las reglas que permiten orientar el crecimiento de la ciudad, y por ende de la sociedad que le da forma, tanto en lo relacionado con sus aspectos físicos, económicos, sociales, y culturales. Por eso, y ante posibles atisbos de impotencia que puedan sentirse, creo interesante recordar y compartir los conceptos vertidos por la Arq. Noemí Goytía de Moisset (Programa Master en Conservación del Patrimonio; CICOP Argentina; 1996) cuando expresa que el ambiente “es la respuesta resultante a la interacción de todas las situaciones y condiciones de vida –posibilitantes o no– de un lugar, con un grupo humano tratando de desarrollar vida y existencia en ese lugar y con esas condiciones de vida. En palabras simples, la resultante de la interacción hombre-territorio culturizado y socializado”.
Todos nosotros interactuamos en cada instante de la vida con el espacio que ocupamos o dejamos de ocupar, con el espacio público o privado, con el espacio social o individual. Aunque muchas veces terminamos no estando de acuerdo con la propia forma que le damos, concientes o inconcientes, siempre vamos dándole su forma.

Arq. Rubén Esteban Cabo – Publicado en Diario Río Negro el 20/03/08

¿Los partidos políticos, pierden su identidad?





Cual símbolo inaugural de la actual era democrática argentina, en mi mente perdura la imagen del Dr. Raúl Alfonsín con su brazo en alto y pregonando el preámbulo de nuestra Constitución Nacional frente a millares de personas. A partir de entonces, y a lo largo de estos 25 años, los partidos políticos han producido hechos que dejan planteados grandes interrogantes acerca de sus identidades. Recorriendo con una rápida mirada los niveles locales de gobierno, se pueden encontrar en los actuales Concejos Deliberantes a representantes de partidos políticos que poco tiempo antes lo habían sido de otros. Quien hoy es Concejal por el PJ ayer lo fue por la UCR, el actual representante del PPR lo era del PJ, y así se podría continuar con muchos otros ejemplos. A nivel provincial, alianzas mediante, se observan dirigentes de diversos partidos políticos que asumen funciones públicas, y que en desmedro de la propia filosofía partidaria, actúan en defensa de los principios y valores que hacen al oficialismo gobernante. Por último, y a nivel nacional, existen innumerables ejemplos de dirigentes que han “reemplazado” instantáneamente sus principios y valores partidarios, recordando el caso más grosero y emblemático, como lo es el popularmente llamado “Borocotazo”.
Frente a esta realidad y ante el derecho que tenemos todos de cambiar nuestra forma de pensar, surge el interrogante por saber si esos cambios son el producto de un crecimiento por maduración del desarrollo humano, o son el producto de una simple conveniencia ocasional. A esta última “utilidad” se le suma el enigma por discernir si el mayor beneficio será obtenidopor la persona o por los partidos políticos, siendo esta segunda situación mucho más grave que la primera, ya que a lo largo de la historia las instituciones -partidos políticos- subsisten, mientras que las personas pasan.

Observando los resultados de diversas elecciones se puede interpretar que el electorado ya no está cautivo a partir de la defensa de valores partidarios. Por ejemplo, en una misma ciudad, a un mismo tiempo, y en una misma elección, se dan diferentes resultados de opciones partidarias entre los niveles local, provincial, y nacional.
A partir de ello, y al enfrentarse a esta situación, los dirigentes políticos buscan cautivar a los electores de muy diferentes formas, donde la mayoría de estas formas se basan en la generación de dependencias personales del elector, como lo pueden ser la entrega de becas o pensiones especiales, de “planes trabajar”, empleos estatales, bolsones de alimentos, promesas de viviendas, etc.
Los partidos políticos tomaron sentido a partir de la defensa de valores sociales, donde los sujetos que se identificaban con dichos valores los fueron transformando en principios identitarios del partido. Analizando y compartiendo conceptos de Antonio Gramsci, puede esquematizarse que para que un partido político históricamente exista deben darse tres elementos fundamentales. Un conjunto de hombres con capacidad de fidelidad y disciplina, un elemento cohesivo, centralizador y disciplinador, y un tercer elemento articulador entre ambos. Actualmente sobrevienen situaciones inversas a estos conceptos.

¿Los partidos políticos, pierden su identidad?

Hoy, una de las características de los partidos políticos es pretender dar respuesta a las exigencias de la sociedad como si fueran a satisfacer la demanda de un mercado al que hay que conquistar, y donde los principales requerimientos son generalizados y comunes al conjunto de la sociedad. Para satisfacer esa demanda, y como consecuencia directa, la mayoría de las “ofertas” que se producen también resultan generalizadas y comunes al conjunto de los partidos políticos. En sus plataformas y propuestas es muy difícil encontrar grandes diferencias, y menos aún elementos propios y característicos que distingan a unos de otros.
Otra de las características a tener en cuenta es el ejercicio de la actividad política como profesión, con sus ventajas y desventajas. En referencia a las ventajas subrayo la necesidad que surge por lograr una preparación personal superior, con mayores vínculos y conocimientos, y afines con la complejidad que denota la sociedad actual. Con respecto a las desventajas, destaco la imperiosa necesidad por mantener a toda costa la continuidad rentada del “trabajo de político”. Este requerimiento conlleva en forma implícita un pragmatismo y una búsqueda de alianzas que van más allá de los principios correspondientes al partido de pertenencia. Como expresa Isidoro Cheresky, “Los responsables políticos y las fracciones internas no parecen dispuestas a arriesgar sus chances de acceso al aparato del Estado en nombre de la diferenciación principista.” (El Proceso de Democratización / Instituto e Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales - UBA, 1991)

A partir de estos conceptos se observa que los partidos políticos, irremediablemente, se encaminan hacia un constante deterioro en sus valores identitarios. Pero también puede interpretarse que, más que una pérdida de identidad, estamos frente a una metamorfosis basada en un proceso de intercambio de identidades de los partidos políticos, donde se diluye la propia y se genera una nueva identidad común que responde básicamente a intereses económicos globalizados, y no a las necesidades propias de nuestra Nación.
Además, y ante las características de los nuevos movimientos sociales, sin duda alguna, los partidos políticos deben rever sus esquemas de funcionamiento, sus estructuras, incluso su cosmología política. Pero esta búsqueda no debería comprometer bajo ningún aspecto a los valores, principios, elementos propios y diferenciadores que hacen a sus identidades partidarias.

Por último, quiero resaltar que los cambios, tanto personales como sociales, son propios de todo conjunto humano. Somos entes dinámicos, cada sujeto y cada grupo social. Sin irrumpir en un análisis filosófico cultural, hay que recordar que a lo largo de la historia hemos conformado diversos tipos de sociedades.
Todo lo que acontece a lo largo de la historia no puede ser considerado como una simple evolución lineal. Hay elementos, experiencias de la cultura, que no son ni más ni menos que otros, solo son diferentes. A partir de ello, e interpretando conceptos de la Dra. en Filosofía María Susana Paponi en su cátedra de la Universidad Nacional del Comahue, se entiende que “existe una interrelación entre los campos del saber, los tipos de normativas, y los modos de subjetivación”. Dentro de los campos del saber encontramos el eje de la verdad definida en cada tiempo y espacio, dentro de los tipos de normativas se ubica el eje del poder, mientras que dentro de los modos de subjetivación ubicamos que tipo de sujeto es el resultante de estas interacciones. Estos campos permanentemente interrelacionados entre sí, conforman una espiral donde queda reflejada la dinámica de los cambios y las permanencias sociales.
Se puede aceptar que una experiencia se diferencia de otra cuando los rasgos propios de una práctica ya no pueden ser identificados en la otra. Dentro del análisis de las experiencias vividas por la humanidad, a partir del siglo XV y hasta el presente, pueden distinguirse tres tipologías de sociedades. En principio, desde el siglo XV al XVIII la que se identifica como la sociedad de soberanía. A continuación, y hasta inicios del siglo XX la sociedad disciplinaria, y actualmente la sociedad de control, aunque ya puede comenzar a verse la prospectiva de la misma.
Los cambios y las permanencias son fundamentales para garantizar la continuidad social del ser humano, siempre dentro de un sistema que garantice el respeto por sus valores, especialmente el de la vida y la libertad. Por ello creo esencial revalorizar permanentemente al sistema democrático como una forma de vida, mucho más allá de la simplista idea de considerarlo como una forma de gobierno.
Todas las correcciones necesarias, y surgidas a partir de la vida en democracia, deben ser resueltas pura y exclusivamente con una mayor y profunda vida en democracia, incluyendo especialmente a la democracia social.


Arq. Rubén Esteban Cabo / Publicado en Diario Río Negro - 05/02/09









Argentina y la construcción de su enemigo

En mi opinión, a partir de un hecho se construyen diferentes realidades según el lugar desde el que se lo observa, qué intereses se defiendan, y qué objetivos se persigan. Por eso existen opiniones a favor y en contra sobre todo tema. Por ejemplo, sobre el conflicto del gobierno nacional con el “campo”, sobre la generación de la cultura del “trabajo” o la del “plan trabajar”, sobre la reducción de la edad para la imputabilidad de los menores, sobre el mantenimiento de los índices oficiales del Indec, sobre el blanqueo de capitales, sobre el Plan Anticrisis, sobre la eliminación de las AFJP, sobre la readquisición de Aerolíneas Argentinas, sobre los subsidios a los ferrocarriles y el control de calidad del servicio, sobre el “intercambio” de partidos políticos entre dirigentes, o de dirigentes entre partidos políticos, sobre la pobreza estructural y los nuevos pobres, sobre la importancia de la educación, sobre la nueva escala de valores en la humanidad, sobre el mercado económico financiero global, etc.
Según mi construcción de la realidad, cada uno de nosotros estamos permanentemente intercambiando parte de nuestro poder individual. Lo prestamos por un tiempo determinado a quienes elegimos para que ejerzan la responsabilidad de gobernar, pero sin perder la capacidad de su recuperación para prestarlo nuevamente a otro electo. Es decir, el poder siempre es nuestro, de cada uno de nosotros.
A pesar de ello, muchos de los que deben ejercer la responsabilidad de gobernar a partir de ese poder delegado, llegan a confundirse de tal forma que sienten que ese poder prestado les es propio. Y lo más grave aún es cuando pretenden hacérnoslo creer como cierto.

Construyendo el “alter” y el “ego”
En todo conjunto de seres humanos, y siempre según la construcción de la realidad que se haga, puede reconocerse un dinamismo cultural como totalidad orgánica, con una interdependencia de las partes que hacen a esa cultura, y donde dichos elementos se explican a partir de la función que cumplen. Bajo esta concepción y en referencia a la arquitectura, la forma del espacio queda determinada por la función que va a desempeñar. Desde lo lingüístico, se conciben sus elementos a partir de un sistema basado en su función dentro de la comunicación. Desde una mirada sociológica pueden observarse los efectos que determinados fenómenos sociales tienen en el funcionamiento, la adaptación o la adecuación “anormal” de un sistema social, si es que puede establecerse qué es lo “normal” y qué es lo “anormal”. Dentro de la antropología, y según esta mirada, la cultura se transforma en un conjunto de elementos interrelacionados, donde cada sistema puede modificar hábitos, ya sean alimentarios, del sistema de explotación agrícola, de transmisiones hereditarias, de comercio, del concepto de riqueza, etc.
Dentro de las atrocidades que generamos los seres humanos, la Segunda Guerra Mundial nos marca profundamente como humanidad. Y es especialmente después de este hecho en que cada uno de nosotros hemos dejado de ser considerados objetos de estudio para transformarnos en sujetos de estudio, luego en interlocutores válidos, y posteriormente en productores de conocimiento.
Normalmente, y a pesar de los cambios que continúan dándose, se mantienen determinados principios básicos. Uno de esos principios es el conformado como la “ciencia de los otros”, normalmente interpretada como la “otredad”. Es imposible que exista “un otro” sin la existencia de “un yo”. Básicamente, para reconocer la existencia de “un yo”, primero se debe reconocer la existencia de “un otro”, surgiendo este reconocimiento a partir del concepto de diferencia. En este análisis de la intersujetividad entre “un yo” y “un otro”, también emergen el cómo se observan a los otros y el qué interesa de los otros.
En relación con la generación del “poder”, para darle sentido a la existencia del “ego” -el yo- se requiere imperiosamente de la construcción del “alter” -el otro-, donde ese otro es transformado en el “enemigo” que justifica cada accionar del “yo”, en su propia defensa y en la de todos los que se identifican con ese “yo”, siempre descalificando al “otro”, que es decir al enemigo común presentado como amenaza.

Construyendo al enemigo
El poder hegemónico internacional permanentemente requiere de un enemigo que justifique y otorgue sentido a su accionar. Se podrían enumerar un sinfín de ejemplos. Muy fresco en la memoria humana está la construcción del enemigo a partir de la “guerra fría“, o de la de Vietnam, o la lucha contra el terrorismo internacional. Invariablemente es la defensa del “yo” a toda costa y de cualquier forma ante el peligro que representa el “otro”.
A nivel nacional, y ante esa necesidad de erigir un “yo” hegemónico, resulta engañosa la construcción del “otro” como enemigo. Algunas acciones del gobierno nacional evidencian su imposibilidad para enfrentar al enemigo externo -deuda externa, mercados internacionales, petróleo, crisis económica, globalización, etc.- por lo que ante su apremio por establecer un “enemigo”, reemplaza ese enemigo externo por la construcción de un enemigo interno, dentro del propio territorio nacional. Un claro ejemplo es el accionar con respecto al “campo”, donde se intenta provocar una división en la población que confiera sentido y respaldo al accionar del gobierno, generando la encrucijada entre defender al “yo” -el gobierno- del “otro” -el campo- constituido como enemigo. Podrían ejemplificarse otros hechos de enfrentamiento, como el de plantear quiénes están de acuerdo con la estadística oficial y quiénes no, quiénes defienden la existencia de las AFJP y quiénes no, etc.
En mi opinión, creo en la existencia de enemigos internos, pero que deben ser enfrentados por el conjunto de la nación a partir del consenso y no del disenso. De esa manera, el “yo” queda compuesto por todos los dueños del poder y por quienes han sido receptores temporalmente del mismo, es decir por el pueblo y sus gobernantes. En oposición, la identificación del “otro”, del enemigo, está constituido por la deserción escolar, el deterioro de la salud pública, los altos niveles de inseguridad, la mortalidad infantil, la corrupción estructural, el abismo diferencial entre los más ricos y los más pobres, la ausencia de proyectos sociales de vida, la desesperanza, la anomia social…
Insisto, este enemigo interno puede ser enfrentado única y exclusivamente a partir de un pueblo unido que otorgue sentido a la existencia del “yo”, que es decir la existencia de todos nosotros, sin someterse el enfrentamiento absurdo al que estamos siendo llevados y más allá del “divide y reinarás”.
Arq. Rubén Esteban Cabo – Publicado Diario Río Negro del 21 de enero 2009