Estaba mirando la televisión mientras
disfrutaba de unos mates y unas tostadas, prestando mucha atención a un tema
interesante que discutían varias personas acerca de las diferentes substancias que
consumimos los seres humanos, como el alcohol, el tabaco, y una enorme cantidad
de drogas de diferentes características. Ante mi ignorancia me puse a buscar
algunos datos básicos acerca del tema. Y fue entonces, en ese momento que sentí
la presencia del “fantasma de la adicción”, lo que me causó mucho temor.
Me enteré que la adicción a estas
substancias genera una enfermedad crónica y recurrente del cerebro, que la
adicción se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo, más allá de las
consecuencias nocivas que se producen. En definitiva, el “fantasma de la adicción”
nos arrastra a una enfermedad en nuestro cerebro que modifica su estructura y
su funcionamiento.
Son muchos los caminos que usa este
fantasma para envolvernos entre sus sombras, valiéndose de todo tipo de
tentación para provocarnos hábitos de los que nos resulta muy difícil de
prescindir, ya sea por la dependencia fisiológica, o por las dependencias
psicológicas que nos produce. Es decir, el “fantasma de la adicción” busca
invadirnos para lograr que tengamos algún gusto desmesurado a algo, y no
solamente a las drogas. Podemos ser adictos a la televisión, a la velocidad, a
tomar sol, y a todo lo que seamos capaces de imaginar.
El “fantasma de la adicción” nos
convence la primera vez, cuando todavía no nos dominó, haciéndonos creer que si
accedemos a su mundo vamos a sentirnos muy bien, vamos a estar mejor, y muchas
veces nosotros ingresamos mansamente, simplemente por curiosidad… Es entonces
que ante su sonrisa maléfica y triunfal nos resulta muy difícil regresar a
nuestro mundo, al mundo que contiene los verdaderos valores que nos permiten
sentirnos realmente mejor.
La pregunta
que queda flotando es…
¿Qué podemos hacer para no caer en la trampa?
Pienso que
la respuesta está dentro de cada uno de nosotros, buscándola junto a nuestros
seres más queridos, familia, amigos, y muchas personas de nuestra comunidad,
porque, como hay muchos motivos por los que podemos caer en el mundo de la
adicción es que nos necesitamos los unos a los otros para cancelar ese mundo
tan perverso, engañoso, asesino, y luchar por vivir el mundo verdadero.