“El Fantasma de la Tristeza”
Ya estamos compartiendo el otoño, con sus multicolores frente a nosotros. Nuestros ojos pueden deleitarse con el nacimiento de los incomparables tonos ocres, los diferentes amarillos, los anaranjados, y siempre entremezclados con los últimos verdes que nos regalan las hojas más perezosas por desprenderse de sus ramas. Para muchos el otoño es el motivador de nuevas poesías, de hermosos sueños y ensueños… pero para otros el otoño representa estar más cerca del frío invierno, provocando sensaciones encontradas, difíciles de explicar. Podría decirse que surgen sensaciones de angustias, congojas, desconsuelos, hasta podemos sentirnos abatidos y desanimados.
Entonces recordé un proverbio chino que expresa
que “no puedes evitar que el pájaro de la
tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que anide en tu
cabellera”, y fue en aquel momento que descubrí a quien aleteaba
anunciándose cual sombra impropia, pero intentando cubrir todo a su paso… descubrí
al “fantasma
de la tristeza”. El “fantasma de la tristeza” nace de un
sentimiento, especialmente de la emoción que se produce cuando sentimos que
perdemos algo importante para nosotros, cuando nos sentimos decepcionados por
algo, cuando ocurre alguna desgracia que nos afecta a nosotros mismos, o a otra
persona, o a numerosas personas. Son muchas las veces que surge el “fantasma
de la tristeza” cuando nos sentimos solos, a pesar de que otras
personas puedan estar cerca.
El “fantasma de la tristeza” es
peligroso, porque cuando perdura por mucho tiempo junto a nosotros, cuando la
tristeza es demasiado intensa, cuando nos impide disfrutar de las cosas buenas
de la vida, podemos encontrarnos con lo que denominamos depresión.Por
eso, todo comienza a cambiar si no estamos solos y podemos compartir nuestra
vida, que es decir compartir parte de nuestro tiempo, de nuestras experiencias,
conocimientos e ignorancias, compartir nuestras luces y sombras.Y fue entonces que al preguntarme cómo podemos
combatir al “fantasma de la tristeza”, surgió frente a mis ojos una frase
del escritor español Francisco Villaespesa, que vivió en entre 1877 y 1936, y
escribió: “¡Siendo de dos una tristeza, ya no es tristeza, es alegría!”.
Y ya no me quedaron dudas de lo importante que es para el ser humano poder compartir su vida, sentir en su propia piel la piel de su comunidad, de sus amigos, de su familia.
Obac
Nébur
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